domingo, 15 de noviembre de 2009

Quedarnos sordos puede ser muy fácil…



Por: Martha Leonor Vargas Mora
Coordinadora de ArticulaciónPor: Mariana García 902







Se llama contaminación acústica o auditiva la que altera las condiciones de sonidos normales del medio ambiente en una determinada zona.

Si bien el ruido no se acumula, traslada o se mantiene en el tiempo como las otras contaminaciones. Los sonidos muy fuertes nos provocan molestias que van desde el sentimiento de desagrado y la incomodidad hasta daños irreversibles en el sistema auditivo.

La presión acústica se mide en decibeles (dB) y los especialmente molestos son los que corresponden a los tonos altos (dB-A). El límite de tolerancia recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 65 dB-A. Por ejemplo algo molesto, es el ruido que se genera en el aula de clase, ya que es uno de los contaminantes del ambiente que presenta mayor problema para la salud .

Según estudios recientes de la Unión Europea (2005): 80 millones de personas están expuestas diariamente a niveles de ruido ambiental superiores a 65 dBa y otros 170 millones, lo están a niveles entre 55-65 dBa.

Una persona cuando se expone prolongadamente a un nivel de ruido excesivo, nota un silbido en el oído, ésta es una señal de alarma. Inicialmente, los daños producidos por una exposición prolongada no son permanentes, pues a los 10 días desaparecen. Sin embargo, si la exposición a la fuente de ruido no cesa, las lesiones serán definitivas.

El problema irá creciendo hasta que se pierda totalmente la audición. La contaminación auditiva, además de afectar al oído puede provocar efectos psicológicos negativos y otros efectos fisiopatológicos como:

1. Dilatación de las pupilas y parpadeo acelerado.

2. Agitación respiratoria, aceleración del pulso y taquicardias.

3. Aumento de la presión arterial y dolor de cabeza.

4. Menor irrigación sanguínea.

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